Lectura de textos: Las mariposas en el estómago

Vamos a hablar sobre el enamoramiento... ¿Sientes las mariposas en el estómago? Disfruta esa sensación leyendo el texto.


Historia clinica

Informó que sufría taquicardia cada vez que lo veía, aunque fuera de lejos.
Declaró que se le secaban las glándulas salivales cuando él la miraba, aunque fuera de refilón.
Admitió una hipersecreción de las glándulas sudoríparas cada vez que él le hablaba, aunque fuera para contestarle el saludo.
Reconoció que padecía graves desequilibrios en la presión sanguínea cuando él la rozaba, aunque fuera por error.
Confesó que por él padecía mareos, que se le nublaba la visión, que se le aflojaban las rodillas. Que en los días no podía parar de decir bobadas y en las noches no conseguía dormir.
–Fue hace mucho tiempo, doctor –dijo–. Yo nunca más sentí nada de eso.
El médico arqueó las cejas:
–¿Nunca más sintió nada de eso?
Y diagnosticó:
—Su caso es grave.

(GALEANO, Eduardo. Bocas del tiempo. Buenos Aires: Catálogos, 2004. p. 6 e 7).


Ahora, a leer este artículo para descubrir más sobre las mariposas en el estómago.



Las mariposas en el estómago sí existen
¿Por qué las sentimos?


El sistema digestivo influye en las sensaciones, la conducta y hasta en el pensamiento.


Las mariposas en el estómago que dicen sentir los enamorados no son una metáfora. De hecho, se ubican en el plano de las sensaciones viscerales y son tan reales como los cólicos o ardores de barriga que, en ocasiones, acompañan los eventos desagradables.

 [...]

Desde el papiro de Edwin Smith (documento médico del año 1550 a. C.), que deja ver que hace 4.000 años los egipcios domiciliaban los sentimientos en el sistema digestivo, hasta estudios contemporáneos que han encontrado elementos funcionales similares y de origen común en el cerebro y las vísceras, ponen de manifiesto que el asunto de las ‘mariposas’ en el estómago va más allá del desvarío amoroso.

[...]

En la adaptación evolutiva –sugieren los científicos–, cuando los vertebrados primitivos salieron del lodo, desarrollaron una espina dorsal y un cerebro en la cabeza, pero el cerebro intestinal no desapareció; por el contrario, continuó progresando hasta ser autónomo, hasta tener ‘mente propia’. Sin embargo, la dimensión del cerebro de la cabeza opacó por años a su ‘homólogo’ intestinal.

[...]

Poco a poco se fue descubriendo que todo el tubo digestivo –desde el esófago hasta el recto– se encuentra tapizado por cerca de 100 millones de neuronas y otras células especializadas que, curiosamente, producen casi los mismos neurotransmisores que su pariente de la cabeza, lo que le permite encargarse –sin ayuda– de todas las funciones digestivas y, de paso, influir fuertemente en las emociones, los sentimientos y hasta en los procesos cognitivos.

[...]

(FERNANDES, Carlos F. Las mariposas en el estómago sí existen ¿por qué las sentimos? https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16388135)

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